He terminado la carrera…

Comparar la vida con una carrera de fondo es algo que todos hemos hecho y que le debemos al apóstol Pablo: «He peleado la buena batalla, he terminado la carrera y he permanecido fiel» (2 Tim 4:7).

Y es que la vida no es una carrera de 100 metros lisos; más bien, la vida es una maratón combinada con una carrera de obstáculos, en la que cada uno de nosotros nos vamos a encontrar con muchísimas circunstancias a las que vamos a tener que dar una respuesta.

En esos momentos en la vida cuando deseamos no estar solos, es cuando necesitamos un consejo, una palabra, una guía que nos ayude a tomar la decisión adecuada. Son momentos cuando lo que más nos ayuda es recibir una palabra de aliento que nos susurre al oído que Dios camina junto a nosotros.

Por esta razón, si hay algo que no puede faltar en nuestra vida, en nuestra mesa de noche, en nuestra biblioteca personal, en nuestro escritorio, es una Biblia. La Biblia es la Palabra de Dios escrita, es su voluntad para cada uno de nosotros, es la intervención del mismo Dios en la historia, es la encarnación de su Hijo. Es “esa espada de dos filos” que al leerla llega a nuestro corazón, desnuda nuestra alma y nos da el aliento que necesitamos para vivir el día a día con la tranquilidad de que nuestra vida con Jesús es mucho mejor.

Y en Tyndale, no se nos ocurre un regalo mejor para las personas a las que amamos que una Biblia. Cuando regalamos una Biblia estamos regalando mucho más que un libro; estamos regalando vida, aliento, cuidado, guía, restauración y ESPERANZA.

Nos encantaría invitarte a ver este video que resume lo que sentimos cada vez que una de nuestras Biblias llega a una persona y se abre, se lee y se vive.

Si hay un regalo especial de verdad, un regalo que sirva para todo momento, toda persona, todo tiempo, ese regalo es la Palabra del Dios viviente.